Campaña antidrogas del gobierno mexicano
En México, como en otros países, la prevalencia del uso de drogas ha incrementado durante los últimos años, particularmente durante la pandemia por covid-19. Adicionalmente, en la actualidad el uso de ciertas drogas, como la marihuana, es cada vez más socialmente aceptado. Incluso, a nivel legislativo ya se ha aprobado una propuesta de para legalizar su uso lúdico en México, que sin embargo aún no se ha implementado.
En este contexto, se entrelazan la libertad personal sobre el uso o no de drogas, el derecho a el libre desarrollo de la personalidad, la mayor aceptación social sobre su uso, y los análisis costo/beneficio sobre estas (sólo por enumerar algunos temas). Sin embargo, a pesar de la libertad personal, a nivel poblacional a través de políticas de salud pública los gobiernos se dan a la tarea de desarrollar programas que contribuyan a disminuciones en el uso de sustancias, dado su daño a la salud. Por ejemplo, en el caso del consumo de tabaco, varios esfuerzos se han llevado a cabo para que la prevalencia de éste (especialmente el uso de cigarrillos) y sus derivados disminuya. Estas acciones incluyen el empaquetado genérico, con leyendas variadas sobre las consecuencias de fumar, así como impuestos al tabaco. Además, su publicidad en televisión ha sido prohibida desde hace ya varios años. Todo esto aunado a diversas campañas publicitarias que han desincentivado el uso de tabaco en general.
A nivel mundial y durante muchos años–al día de hoy–se han desarrollado e implementado diversas campañas en contra del consumo de drogas. Estas campañas se han enfocado en prácticamente todos los tipos de drogas; a veces enfocándose en las sustancias más populares según determinado momento histórico y/o social. A pesar de que no existe programa o campaña enteramente efectiva para todos los grupos e individuos vulnerables, sí existe experiencia empírica a nivel internacional sobre qué tipo de campañas son más efectivas para disminuir el uso de sustancias, en general. Sin embargo, la campaña de medios de comunicación que lleva a cabo el actual gobierno federal mexicano parece no estar basada en la evidencia científica disponible al respecto. La campaña en medios, por lo menos como aparece por televisión abierta y algunas estaciones de radio, muestra comerciales donde se habla sobre varios tipos de drogas, con un enfoque en drogas sintéticas, como el éxtasis y el cristal. En general, se habla sobre los daños a la salud que causan ciertas sustancias pero el enfoque es en los daños más severos, que en general solo experimentan las personas con adicción y/o dependencia severa. Siendo que la mayoría de personas no desarrollan dependencia a las drogas, es probable que la mayoría no se identifique con el contenido de la campaña y terminen por ignorar su contenido ya que mayormente no apela a su conducta. Adicionalmente, el uso de la televisión (y radio) abierta para alcanzar a los grupos más jóvenes no parece la mejor opción actualmente, dado que la mayoría de los/as jóvenes prefieren usar medios digitales y consumen contenido a través de las redes sociales en sus teléfonos inteligentes. Los comerciales enfatizan el no usar sustancias sintéticas para alterar los sentidos y sugieren usar “cosas” o métodos tradicionales, lo que pudiera sugerir (con la intención o no) que drogas como la marihuana son aceptables por ser “naturales”.
Los comerciales también hacen una alusión algo bizarra (por decir lo menos) al crimen organizado, tratando de incluir lenguaje coloquial, especialmente con términos que aparentemente son comunes dentro de los círculos del crimen organizado. Por ejemplo, en un comercial se nombran a varios de estos “personajes” comunes (ej., la “buchona”) en forma de un juego de lotería. Como ya lo mencioné, el enfoque de la campaña es en casos extremos y siempre al final se le sugiere a los televidentes/escuchas llamar a La Línea de la Vida, el cual es un servicio telefónico donde consumidores de drogas pueden recibir ayuda psicológica. Sin más detalles sobre este servicio ofrecido a través de la Comisión Nacional Contra las Adicciones, no dudo que sea útil para algunas de las personas que estén experimentando las consecuencias más severas a causa de la dependencia a alguna sustancia (o varias). Sin embargo, la mayoría de los consumidores de drogas en México lo hacen de manera recreativa y no a niveles que podrían diagnosticarse como abuso, adicción o dependencia. Esto significa que esta campaña en específico no está enfocada en el grupo mayoritario de consumidores de sustancias, el cual debería ser el principal grupo de interés, dado su tamaño. Esto no sugiere que se termine una campaña como esta, la cual pudiera tener cierto mérito y efecto. Sin embargo, se podría implementar una campaña paralela o ampliar la presente para también enfocarse en el mayor de los grupos de consumidores de drogas, los cuales lo hacen de manera no problemática.
Habiendo dicho esto, este cambio de enfoque o ampliación del enfoque de la campaña sería solo el principio, dado que aún quedaría la pregunta legítima sobre la efectividad de esta campaña para disminuir el consumo de drogas en el país. Como lo mencione al principio, existe alguna experiencia en otros lugares–como en Estados Unidos–de campañas que pueden ser efectivas en disminuir el consumo de sustancias. Por ejemplo, la “truth campaign” en Estados Unidos fue una exitosa campaña que disminuyó el consumo de tabaco, sobre todo entre jóvenes (evidencia muestra que la campaña previno que unos 450,000 jóvenes comenzaran a fumar cigarrillos). En México, la actual campaña de alguna manera apela al miedo de los televidentes/escuchas, lo que en inglés se conoce como “fear appeals” o “scare tactics”. Por ejemplo, el uso de comerciales/campañas que incitaban el miedo en los potenciales consumidores de drogas (primordialmente jóvenes) fueron inicialmente utilizadas en Estados Unidos a finales de los años 80 y durante los años 90. Sin embargo, las campañas que apelan a provocar miedo en las personas, en general no han sido efectivas.
En general, es positivo que el gobierno mexicano destine recursos para realizar esfuerzos que abonen a una disminución en el uso de sustancias. Sin embargo, dado que los recursos utilizados en estas campañas son públicos y bastante limitados, sería positivo que el gobierno federal hiciera una pausa para replantear la actual campaña. Dado lo comentado aquí, el primer paso pudiera ser el enfocar la campaña hacia consumidores recreacionales (o incluir mensajes relevantes para ellos). Pasos adicionales podrían incluir el uso de canales más apropiados (en nuestros tiempos) para su distribución (redes sociales y medios digitales en general), así como basar estos esfuerzos en evidencia empírica que apuntale su efectividad.