Ciertamente existen varios esfuerzos concurrentes para desarrollar una vacuna contra el SARS-CoV-2 causante de COVID-19. De acuerdo a un documento de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a octubre de 2020 existían ya al menos diez vacunas que se encuentran en la fase III de ensayos clínicos aleatorios. Es durante la fase III que la vacuna se compara con un placebo de manera aleatoria. Actualmente existen avances significativos en distintos países. En general, se asume o se cree que alguna (o más de una) de estas vacunas en desarrollo sería anunciada en el corto plazo. Sin embargo, a pesar de que algunos funcionarios (incluidos Presidentes de distintos países) han declarado que la vacuna estaría lista a finales de 2020, esto es algo improbable, según lo que expertos en salud pública y epidemiología han sugerido.
Durante el segundo y último debate presidencial de Estados Unidos (22 de octubre, 2020) el presidente Trump mencionó que la vacuna contra el COVID-19 estaría lista en las próximas semanas. Después de que la moderadora preguntó sobre la certeza de su dicho, el presidente dijo que no había garantía pero que la vacuna estaría lista a finales de año y que contaba con el apoyo del ejército para eventualmente distribuirla y que un General le comentó que “sería algo muy fácil de hacer”. El presidente también mencionó a compañías que trabajan en el desarrollo de la vacuna en Estados Unidos como Johnson & Johnson y Moderna.
En general, expertos en salud pública han sugerido que la vacuna probablemente estará lista hasta 2021. Aunado a esta proyección, está la logística necesaria para distribuir la vacuna a la población, una vez que esté lista. Es obvio que la vacuna que se apruebe debe ser eficaz y segura. Eficaz para que provea protección contra el COVID-19 y segura para que no cause efectos secundarios significativos. Estos dos aspectos se examinan a través de ensayos clínicos aleatorios donde a la mitad de los participantes de un estudio de investigación son asignados a recibir un placebo (una vacuna / inyección salina) y la otra mitad reciben la vacuna (contra el COVID-19, en este caso). Al final, se examina si hay diferencias significativas (usando métodos estadísticos) entre el grupo que recibió la vacuna y el que recibió el placebo y si la vacuna es muy superior (estadísticamente y clínicamente) al placebo en prevenir el COVID-19 y no causa (o mínimamente) efectos secundarios en comparación con el placebo, entonces la vacuna puede aprobarse.
Conforme ha pasado el tiempo desde que comenzó la pandemia de COVID-19, la población en general ha mostrado cada vez más renuencia a ponerse la vacuna, una vez que esta esté disponible. Por ejemplo, un estudio del Pew Research Center llevado a cabo en septiembre de 2020 mostró que entre adultos en general, aproximadamente la mitad (51%) dijo que no se pondría la vacuna si esta estuviera disponible, y ésta renuencia es aún mayor entre otros grupos de personas. Según estimaciones, este nivel de aceptación no parece ser suficiente para que la vacuna provea el nivel de inmunidad necesaria en la población. Por esta razón, aún con la aprobación de una vacuna, el COVID-19 probablemente no sería erradicado, por lo que una opción sería desarrollar terapias más eficaces para tratarlo; particularmente ya que con el paso del tiempo será tal vez más difícil prevenir todos los contagios, hablando a nivel poblacional. Esto sería—de alguna forma—aceptar que la mayoría (o un porcentaje significativo de la población) de las personas eventualmente se contagiarán, pero reduciendo de manera significativa la letalidad de la enfermedad.
Este panorama sobre la posible vacuna contra el COVID-19 no es exactamente optimista, por decir lo menos. A pesar de que hay preguntas legítimas, incluso otras no mencionadas aquí que tienen que ver con las posibles mutaciones del virus y lo que esto significa para el desarrollo de la vacuna (y sobre qué tan seguido se tendrían que vacunar las personas, por ejemplo), en este caso conductas humanas (no usar cubrebocas y no seguir protocolos de salud en general) y creencias (creer en una conspiración que rodea a la vacuna o al mismo virus) sobre ciertos aspectos relacionados con el virus son las principales razones por las cuales la pandemia probablemente continuará por un buen tiempo, desgraciadamente.
He leido articulos relacionados al COVID-19, pero este explica y me aclara dudas de una manera precisa , rapida y amena . Me parece que el punto de la vacuna es muy importante, ya que mucha gente, incluyendome creiamos que una vez que la vacuna estuviera disponible, todos correriamos por ella. Excelente articulo.